No descubrimos nada nuevo si decimos que la preparación de un maratón es exigente, independientemente de la marca que se busque en la distancia mítica de Filípides. Meses de duros entrenamientos, que hay plasmar en un día concreto con excelencia, inteligencia y mucha sangre fría. En anteriores posts hemos recalcado la importancia de salir al ritmo adecuando en competición. Ahora bien, no es suficiente afrontar correctamente la competición; además la preparación y entrenamiento de los meses previos es también clave para que el resultado sea exitoso. En el presente post ponemos ejemplo de entrenamientos clave en la preparación de tres atletas que cumplieron objetivo de terminar en sub 3h00 (atleta 1), sub 2h40min (atleta 2) y 2h30min (atleta 3). Marcas muy distintas, pero con preparaciones similares adaptando el entrenamiento a los ritmos objetivo respectivos (4´15″, 3´48″, y 3´33″, respectivamente). Tres entrenamientos fueron claves para ellos.
Entrenamiento de 10×1000 con 1 min recup. Atleta 1 (3´50″) atleta 2 (3´25″), atleta 3 (3´15″)
Entrenamiento de 2×10 k. Atleta 1 (4´05″), atleta 2 (3´38″), atleta 3 (3´22¨).
Entrenamiento de 30 k en progresión (18k + 6k + 6k). En atleta 1 (4´45, 4´25, 4´15), atleta 2(4´25″, 4´05, 3´48″), atleta 3 (3´47″, 3´40″, 3´29″).
Enhorabuena a los tres atletas.
Un factor importante es que estos entrenos salen a las pulsaciones marcadas por umbrales para cada atleta, y no por ritmos. Este último detalle es el más importante, ya que de nada sirve hacer estos entrenamientos al límite, y por encima de las pulsaciones marcadas. Este último aspecto es desafortunadamente muy común en corredores, y además es la principal causa de lesión o de sobre-entrenamiento, dando al traste meses de entrenamiento, esfuerzo y dedicación. El entrenamiento al límite no lleva a ninguna parte, más que a la lesión, o al rendimiento comprometido.
