Popularmente se piensa que el entrenamiento es la clave para mejorar el rendimiento. De esta manera, la mayoría de los deportistas asocian la intensidad y el volumen de entrenamiento con la mejora en el rendimiento. Es decir, el volumen y la intensidad del entrenamiento tendrá como resultado un efecto proporcional positivo en el rendimiento. Cuanto más entrenemos mejor. Nada más lejos de la realidad. Si nos basamos en los efectos fisiológicos directos del entrenamiento nos encontramos con que el volumen y la intensidad dan lugar a cierto grado de daño temporal de las fibras musculares, daño que es mayor cuanto mayor sea el volumen y la intensidad del mismo. Es decir que el entrenamiento por sí solo lejos de inducir mejora lo que origina es un proceso destructivo tanto a nivel estructural del músculo como metabólico enzimático. Entrenamientos intensos y de grandes volúmenes realizados de forma repetitiva podría dar resultados negativos y contrarios a los esperados.
“El factor clave para la mejora del rendimiento no es tanto el entrenamiento, sino la recuperación del mismo. Son los días de recuperación posteriores a entrenamientos intensos los que realmente dan lugar a fenómenos anabólicos y asimilación de los anteriores”
Si nos centramos únicamente en el entrenamiento, y no en el descanso, iremos bajando paulativamente el rendimiento como consecuencia de un estado destructivo continuo resultado del desequilibrio entrenamiento/descanso. El entrenamiento es catabólico y destructivo, mientras que el descanso es anabólico y el verdadero responsable de la mejora del rendimiento tras el entrenamiento. Realizar entrenamientos intensos o competiciones de forma repetitiva sin el descanso adecuado perturbará el objetivo del entrenamiento que no es otro que mejorar el rendimiento. Además, un entrenamiento sin las fases pertinentes de recuperación dará lugar a un aumento en la probabilidad y riesgo de lesión. El deporte es de por sí lesivo, y si no establecemos las pautas adecuadas de recuperación caeremos en un alto riesgo de lesión además de rendimiento deportivo comprometido.
Un adecuado equilibrio entrenamiento / descanso es vital para que el plan de entrenamiento sea exitoso. Esta proporcionalidad será diferente en función de las características del atleta; musculares, metabólicas, edad, sociales y psicológicas. Son muchos los factores que pueden influenciar a la hora de encontrar la balanza perfecta que nos lleve a la mejora del rendimiento.
“La verdadera esencia del entrenamiento radica en encontrar un equilibrio ideal, y especialmente, en determinar y ejercitar la dosis mínima necesaria para inducir mejora. Hemos siempre de buscar la dosis mínima, y no la máxima, ya que de otra manera los efectos podrían ser contrarios a los esperados”
Dosis mínima para inducir mejora evitará sobre-entrenamiento y lesión. Si vamos siempre a la dosis máxima de entrenamiento el efecto irremediablemente será tarde o temprano el sobre-entrenamiento y la siempre temida lesión. La mayoría de los deportistas buscan la dosis máxima, con entrenamientos al límite. Sin embargo, los mejores resultados se encuentran en aquellos corredores que entrenando con dosis mínimas que inducen mejora son capaces de encadenar meses y años de entrenamiento, sin lesión y con rendimiento en aumento constante.
