Es posible que existan pocos entrenamientos (si hay alguno) que no hayamos hecho cualquiera de los atletas que llevamos entrenando y compitiendo durante años. Estructuras de planes entrenamientos con rodajes, series largas, series cortas, ritmos controlados, cambios de ritmo, el clásico rodaje largo de los domingos, y un largo etcétera al que todos estamos acostumbrados. Probablemente incluso hayamos entrenado el abecedario, y sin embargo, quizá la mejora en el rendimiento no radique tanto en el entrenamiento, sino en la eficiencia del mismo.
Un atleta es tanto más eficiente corriendo cuantos más recursos musculares utilice en cada una de las zancadas. Si tenemos más de 600 músculos en el cuerpo, cuantos más trabajen de forma correcta, mejor será la eficiencia de carrera. Difícilmente podremos tener una zancada eficiente si no tenemos fuerza en glúteo mayor. De igual manera, se antoja complicado tener una buena economía de carrera si la musculatura extensora de columna no es capaz de mantener el centro de gravedad elevado en el desplazamiento. Además, un corredor sin fuerza en los flexores plantares no podrá de ninguna manera mantener una economía de zancada. En otras palabras, por muchas series que hagamos, muchos kilómetros que corramos semanalmente, y por mucho que nos rompamos la cabeza para estructurar un plan de entrenamiento será muy complicado alcanzar un rendimiento exitoso si no es acompañando por un sistema muscular eficiente. Eficiencia en carrera implica fortaleza en los más de 600 músculos.
«No me imagino una empresa eficiente si solo trabajan 15 trabajadores de los 600 necesarios para conseguir la máxima rentabilidad. Al igual que no es posible una buena música de una orquesta si más del 75 % de los miembros no son capaces de tocar el instrumento correspondiente»
Sin embargo, nos obsesionamos con entrenar la carrera, dejando siempre de lado el entrenamiento del sistema muscular.
La buena noticia es que hoy en día existen herramientas capaces de medir eficiencia muscular de zancada y de carrera, expresada en wattios, mediante potenciómetros. A pesar de que es una tecnología nueva, y con mucho margen de mejora, seguro que será en breve una herramienta de trabajo importante para ayudarnos a mejorar en la planificación personalizada de cada atleta. Sin duda, será muy interesante analizar las mejoras de la eficiencia de carrera con entrenamientos específicos de fuerza; además, cruzar datos de pulso, ritmo y fuerza en forma de potencia será de gran interés para la mejora del rendimiento. El objetivo final será poder correr con más eficiencia, o dicho de otra manera, a más velocidad, desarrollando menos wattios de potencia, y con las mismas pulsaciones; menos potencia y con más velocidad por distribución de energía en recursos musculares, que dará como resultado un gasto menor de energía a pesar de poder correr más rápido. La evaluación de las tres variables (ritmo, pulso y potencia) será de gran valor para el diseño del entrenamiento individualizado, tanto de carrera y sobre todo de fuerza. Estamos ante un campo en desarrollo que muy probablemente nos ayudará a mejorar nuestro rendimiento y por supuesto las salud del entrenamiento.
